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LXXXIV -

mientras lo títulos ignientes :

"Virgo poteus, clemeus,

fidelis",

pintan la vida activa do María.

Virgo prudeutiss.inta

es María, porque ha ido la

más prudente entre las vírgenes prud11ntes. En efecto,

se entregó sin reserva al servicio de Dios ; llena de

amor para con Dios dijo : "He aquí la esclava del

Señor, hágase en mí según tu palabra" (Luc.

1, 38j.

Dió así su carne en nombre de todo el género humano,

para que el Hijo tomando de esta carne pudiera redi–

mirlo y los hombres se j ustificaran. De este modo

ejercitó María las dos virtudes cardinales de la prn–

dencia y de la justicia.

Pero María no ·es solamente la Virgen pruden_tí–

sima, sino también

Virgo veneranda,

la Virgen ve–

nerable. Pues la gravedad profunda y mesurada con

que opuso al arc1íngel Gabriel u virginidad,

y

la

proutftud de ánimo con que se sujetó al plan divino

de la Redención después de haber sido iu truída de

él, uos muestran en cuán alto grado po eía la Santí ima

Virgen la virtud cardinal de la moderación, de la

'templanza ; ele aquella moderación que, tan lejos de

condescendencia visionaria como de viftnd afectada,

ejecuta todo con tranquilidad bien pensada

y

modestia

sincera, sólo para la mayor gloria de Dios. Esta con–

sideración prudente muestra en María el carácter de

dignidad maternal

y

nos obliga á venerarla - Virgo

veneranda - . .Pues María ha sido Madre ele Dio ann

iintes de la Encarnación del Verbo, en cuanto recibió en

la inmaculada Concepción todas las gracia , dones

y

1

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cualidade que la constituyeron digna madre del Verbo

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