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mientras lo títulos ignientes :
"Virgo poteus, clemeus,
fidelis",
pintan la vida activa do María.
Virgo prudeutiss.inta
es María, porque ha ido la
más prudente entre las vírgenes prud11ntes. En efecto,
se entregó sin reserva al servicio de Dios ; llena de
amor para con Dios dijo : "He aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra" (Luc.
1, 38j.
Dió así su carne en nombre de todo el género humano,
para que el Hijo tomando de esta carne pudiera redi–
mirlo y los hombres se j ustificaran. De este modo
ejercitó María las dos virtudes cardinales de la prn–
dencia y de la justicia.
Pero María no ·es solamente la Virgen pruden_tí–
sima, sino también
Virgo veneranda,
la Virgen ve–
nerable. Pues la gravedad profunda y mesurada con
que opuso al arc1íngel Gabriel u virginidad,
y
la
proutftud de ánimo con que se sujetó al plan divino
de la Redención después de haber sido iu truída de
él, uos muestran en cuán alto grado po eía la Santí ima
Virgen la virtud cardinal de la moderación, de la
'templanza ; ele aquella moderación que, tan lejos de
condescendencia visionaria como de viftnd afectada,
ejecuta todo con tranquilidad bien pensada
y
modestia
sincera, sólo para la mayor gloria de Dios. Esta con–
sideración prudente muestra en María el carácter de
dignidad maternal
y
nos obliga á venerarla - Virgo
veneranda - . .Pues María ha sido Madre ele Dio ann
iintes de la Encarnación del Verbo, en cuanto recibió en
la inmaculada Concepción todas las gracia , dones
y
1
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cualidade que la constituyeron digna madre del Verbo
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