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- r,xr -

lo hombres les da el dulce nombre do hermano :

'non confuuditur frafres eos vocare" (Hebr. 2, 11),

y

so

sacrificó por la salud de ellos: "dilexit me, et tradidit

sernetipsum pro me" (Gal. 2, 20).

Nos resta demo trar que el alma de Cristo tenía

el don de temor de Dios. ¿ Pudo Jesucristo temor á

Dios? Respondernos: el temor de Dios en el alma de

Cristo no pudo consistir en el miedo filial de ofender

á Dios con algún pecado ; pues bien sabía esta alma,

enriquecida con la gracia consumada, que le sería im–

po ible desagradar

:i

Dios aun con la más mínima im–

perfección

1.

Pero el alma de Cristo se inclinaba

y

aniquilaba delante de la Majestad infinita de Dios; en

esta reverencia, pues, que tenía JeslÍ á la Divinidad -

"pro sua revereutia" (Ilebr. 5, 7) - , consiste el don

de temor de Dios en el alma de Cristo.

Del grado en que la Santísima Virgen tiene los

siete dones del Espíritu Santo, trataremos en la ex–

planación de las Letanías Lametana :

y

en un apén–

dice

á

la explicación del sacramento do la confirmación,

se dirá lo que son los siete dones del Espíritu -Santo

en el alma del justificado.

De lo dicho resulta que los siete dones del Espí–

ritu Santo son hábitos, es decir, cualidades permanen–

tes, que persisten en el alma del jn to también en el

ciclo, poro má perfectos, de una manera semejante á la

que la gracia se transforma en la lumbre de la gloria.

1

Véase

·s.

Tno)r., Sum. Theol.

Ili',

q.

7, a. 6.