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LX -

apostolado penoso, sea, sobre todo, en soportar los

sufrimientos y humillaciones de u pasión

y

muerte.

Siendo, como dijiino ya, Cristo lleno de gracia y

de venlad (Io:i.n.

1, 14),

tiene t:i.mbién l:i. ciencia infu a

:i.cerca de la cosa que están fuera de Dios, cono–

ciendo ele! modo más perfecto

y

por esto al mismo .

tiempo intuitivo, las co as tanto naturales como sobre–

naturales. Y en efecto, Je ncristo "no necesitaba que

nafüe le diern testimouio ó le informara acerca ele

hombre alguno : porque abía él mismo lo que b:i.y

dentro de cada hombre" {loan. 2, 25). E te don de ·

ciencia lo mauife tó l:i primera vez Je 1ís cn:i.ndo nilio

en el templo de Jernsalén. "Y cuantos le ohm que–

daban pa m:ulos de sn sabiduría y de u re puesta "

(Luc. 2, 47). .Miis tarde, cuando ejercía su magisterio,

los oyentes "e tabau asombrados de su doctrina"

(Marc. 1, 22). Aun us adver arios " e maravillaban,

y

decían : ¿Cómo sabe éste las letras agrada , sin

haber estudiado?" (loan. 7, 15.)

Que el alma santa de Jes1ís tenía la plenitud del

don de piedad, lo mostró con sn amor á Dio como

su Padre,

y

con el amor

:i

todos los hombres, como

á

sus hermanos. Gusta al alma de risto conversar

con Dio y pasar noches enteras en oración: "et erat

pernoctans in orntione Dei" (Luc. 6,

12).

o se ocupa

Je ús en otra cosa sino en

b

reparación de la gloria

de Dios, ultrajada por el pecado, y se co.nforma com–

pletamente con la anta voluntad de u Padre, la cual

es su comida en cada momento: "l\Iens cibus e t ut

fociam voluntatem eiu , qui misit me" (Ioan. 4, 34).