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puede encontrar algo que, substituyendo á las ocho
Bienaventuranzas, haga feliz al hombre: ellas regulan
no solamente la vida del individuo, sino también la ele
toda
la
sociedad; pues ellas son el fundamento para
el orden social del mundo cristiano.
ue tro Selior
manda y pide con toda mansedumbre
y
benignidad,
declarando dichosos
á
los que cumplen su nueva ley·
ordena de la manera más consoladora, prometiendo una
recompensa gloriosa. Los artículos de la antigua ley
empezaron con "debes'', los de la nueva principian con
"bienaventurados''. Como gracia benévola y benéfica
caen las palabras de la nueva ley, semejantes á b:Ll–
samo, en las llagas espirituales de la humanidad.
Las ocho Bienaventuranzas se llaman así por me–
tonimia;· pues, como actos de virtudes y principalmente
como obras de los dones del Espíritn Santo, son la
causa y prenda de la bienaventuranza eterna y aun el
principio de ésta por el consuelo que dan ya en la
vida actual; pero propiamente son actos perfectos de
las virtudes sobrenaturales é infusas (de las tres teolo–
gales ·y cuatro cardinales) y mayormente obras ..de los
siete dones del Espíritu Santo; son un compendio de
la vida cristiana y de la perfecta, es decir, de la vía
pnrgativa, iluminativa y unitiva. Son, pues, la última
perfección de las virtudes infusas
y corresponden,
según San Angnstín (De Serm. Domini in monte
lib. 1, c. 4),
á
los siete dones del Espíritu Santo, del
modo siguiente.
La primera Bienaventnranza: "Biena–
venturados son los pobres de espíritu, porque de ellos
es el reino de los cielos", es obra del don de temor