LXVIII -
Siendo la octava Bienaventuranza en cierto modo la con- .
firmacióu y manifestación de las siete precedentes, es
obra de todos los siete clones del Espíritu Santo
1 •
orno se ve, estas relaciones entre los clone y las
Bienaventuranzas se fundan en razones ólicbs ; mas
no son tau exclusiva que no puedan admitir el in–
flujo simult<íneo ile vario dones del E píritu Santo en
una sola Bienaventuranza. En efecto, los clones del
Espíritu Santo estfo inseparablemente ligados
y
unidos
on la caridad ; si el nuo 6 el otro c1e estos movimien–
tos divinos se dirige principalmente ¡Í nu punto, eou
el objeto ele conseguir un fiu, no es sin el couciu o
ele otros done que le acompaiian. Puede suceder,
pue , que dos ó mtís dones del E píritu Santo sean al
mi mo tiempo los principios de acción de una Bien–
aventuranza, como también que do ó más Bieua..ven–
turanza parezcan relacionarse con un solo don del
E píritu Santo. En fin, esto· fenómenos de la vida
interior son ecretos de Dios: b¡í tenos saber que ne
hay Bienaventuranza sin don del E píritu auto· y que
los dones, como principios de lo acto , producen las
Bienaventuranzas
2.
No hemos .detenido tanto en la relación de la
ocho Bienaventuranzas con los iete done del E píritu
auto, porque a
í
se conoce mejor lo qne éstos obran.
. 'l'aO)J.
l.
c.
I• TI.e,
q.
69, a. 3 ad
5.
2
Véan e .
T U0)!.
1
In
3, dist. 34,
q.
l , a.
4
ad
5;
um. Theol.
Ia
II"',
q.
68, a.
5;
ibid. ad 3.
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