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citmashca alli rnrnicuna"
=
accioues agradables produ–
cida por el Espíritu Santo.
¿Cuál ejercicio hace conocer más las obras del
Espíritu Santo en el alma del justificado que el estn"dio
y
la meditación sobre los dones
y
los frutos de este
divino Espíritu? Pero dice León XIII en la Encíclica
"Divinum illud munus"
(9
ele mayo ele
1897)1:
"For–
tasse ue hoclie qnidem iu ei (christianis hominibns)
clesunt qui imiliter rogati, ut qui lam olim a Paulo
apostolo, acceperiutue Spiritum Sanctum, respoucleant
similiter: Sed neque si Spiritus Sanctus est,
aud ivim us. Siu minu , multi certe in eius coguitioue
valde deficiunt; cuiu quidem crebro usurpant nomen
in religiosis actibns exercendis, sed ea ficle quro crassis
tenebris ·circnmfusa est. Quapropter quotquot snut sacri
concionatores curatoresqne auimarnm hoc meminerint,
esse suum, ut quro ad Spiritum Sanctum pertinent dili–
gentius atque uberius populo tradant." .En efecto, fuera
de que el Espíritu Santo es la tercera Persona de la
Santísima 'rrinidad, nuestro pueblo, por lo regular, no
sabe decir m¡is de este divino Espíritu. Teniendo esto
presente hemos expuesto con la mayor extensión posible,
en la explicación de la seí1al de la santa cruz, lo que
l
En la lectura de esta
En~íclica
se nota que el Espí–
ritu Santo mismo explica quién É l es,
y
en qué consiste su
obra maravillo a
y
misteriosa en la Iglesia
y
en el alma del
justo. - Encomendamos el estudio
y
meditación de dicha
Encíclica, que se encuentra reimpresa en el Boletín Eclesiás–
tico, IV, 342--359.
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