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('XLVI -

cristiano, la fortalece para poder defender la religión,

y como la enseñanza ele ella es también defenderla,

la gracia de la CoJJfirmación ayuda igualmente

á

enseñar con provecho espiritual la religión. Para

cumplir con su oficio el maestro · de escuela nun

debe enseiíar el catecismo y la Historia sagrada: cui–

dando que los ni1io los aprendan de memoria, expli·–

cando el sentido literal de las palabras y exponiendo,

en cuanto le sea posible, las verdades religio a . ·En

efecto hubo y hay muchos maestros de escuela que,

ignorados del mundo y tal vez de los mismos sacerdo–

te , trabajando a1ios y ailos in ruido, han embrado

en las almas tiernas de lo ni1io' la semilla ele la pa–

labra divina ele tal manera que éstos han seguido el

camino de la virtud durante toda la vida. En e pecial

las congregacione religiosas de ambos sexos, que en–

señan, han hecho y hacen un bien incalculable en la

Iglesia de Dios y particularmente en el Ecuador. Mas

todo esto no di pensa

á

los párrocos de hacer ellos

mismos el catequismo

6

de mandar

á

sns coacljutore

· que lo bagan en las escuelas dirigida por religio o

6

religiosas ; porque el sacerdote ha recibido en la orde–

nación la vocación

y

gracia espe ífica para en e1iar

la

relig\ón.

·

A

los uifios indios, qne no van

á,

la

e cuela

hay que reunirlos un <tia ordinario

!le

cada e–

ma.ua

,

á

nna J1ora couveuienfe, en la igle i:t parro–

r¡nial

para

in ·frnirlos eu

fa

reli "'ión. ·

i el camino

que los nilios tienen que andar, es largo, e debe llamar

lo niiio y

:i

las ni1ias en diferente día y hacerle