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CXL!I -

uuestro parecer, fué el no haber iustruído suficiente–

mente en catequismos á los uiiio , que ahora son jóvenes

y hombres. Y no podemos de prendernos del pensa–

miento, que las escuelas protestantes, e tablecidas los

últimos ailos, han sido permitidas por Dios en castigo

de que no se ha tenido m:ís diligencia cu la in trucción

religiosa de los uiíios, mediante catequismo .

·

Si queremos, pues, resguardar la

fe

y vida cristiana

del pueblo, debemos ocuparnos eriamente en las es–

cuelas y los catequismos.

El p:írroco celoso cuidará de las escuelas existentes

en su curato, como de las uilia de us ojo ; er:í. ·un

amigo paternal de los·maestros de e cuela, ayud<índoles

y fortaleciéndoles con su autoridad de párroco 1.

i

pesar de toda la hostilidad de los sectario contra la

Iglesia desde hace unos seis años, no ha ido prohi–

bida todavía por la legislación la en eliaaza de la reli–

gión en la escuela, y los institutore , por lo general,

ense1iau con agrado el catecismo. ¡.Aprovechémonos,

pues, de lo bueno que ha quedado! - Seg1íu la cir–

cuu~tancias

habní que hacer el cateqni mo en la escuela

mi mas

ó

reunir :í. los escolare en la igle ia, ponientlo

los ni1ios á la derecha

y

la nilias

;i

la izquierda para

a

í

poüer instruir

v~rias

cla e

6

clivi iones juntas. En

todo ca o e procurará que cada clase tenga

á

lo me–

nos una hora semanal de catequismo. Que el catequi mo

t

E lúdie e el Conc. plen. Amer.

Lat. n.

680- -,

en

donde se expone el modo más eficaz cómo el clero ha de cui–

dar de la escuela.

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