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CX.XXIX

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espiritual de sns indios! ; ¡cuán pronto entonces se mejo–

raría la situación religiosa de los indlgenas

!

Á

la recitación inteligente de la Doctrina debe se–

guir, á lo menos los domino-os, su explicación de parte

del sacerdote. Respetamos

y

veneramo

:i

los Seliores

Párrocos

y

Coadjutores ; pero forzoso es decir que

muchos debieran catequizar á los indios

y

al pueblo en

general con mayor ahinco y con m:ls perseverante es–

fuerzo. Ma , por el contrario, ¿ quién sabe enumerar

lo que puede en lo humano

y

en lo divino la energía

de un hombre? Por esto,

;i

los Seiiores acerdotes,

que han tenido compasión eficaz de la gente india,

recordamos la exhortación del Apocalip is (22, 11): "El

justo j u tifíquese más, y el auto siga santificáudo e.'

Se puede oír con ba tante frecuencia opiniones que, si

no son expre ada con las mismas palabra , tienen á

lo menos el sentido siguiente: "Los indios, si no son

del todo irracionales, apenas se los puede considerar

como un término medio entre el hombre y la bestia."

Tales ideas traslucen en expresiones como: "Tengo

cinco caballos

y

once indios." 'l'ambién se dice. "E

inútil euse1iar

:i

los indios el catecismo, pue que siem–

pre ob ervarán su costumbres supersticiosas

y

siempre

serán ladroue

:i

pesar de todas las instrucciones reli -

giosas."

1

Prevenciones semejantes se maman con la

1

Estos y parecidos errores, cuya fuente es l ropiamente

el egoísmo y·orgullo humanos, los han refutado ya, en tiem–

pos antiguos, el Ilñ!o. Señor Obi po Luis F. Romero en su

arta Pastoral de 1725, y el Padre Velasco en su Historia

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