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de devoción. ¿Por qué no abrimos estas miua al
pueblo, explicando los cfü1ticos
y
letanía
?
Por cierto
la gente rezaría estas. oraciones con mucho mayor de–
voción, si penetrara el sentido profundo de ella .
Ya hemos dicho que fuera grandí ima imprudencia ·
dejar las Doctrinas establecidas antes que haya escuela
católicas bien aseguradas,
:í
la
cuales deberían asistir
todos los niños.
Pero hay que ¡ierfecciouar las Doc–
trinas.
Costumbre es que en las haciendas los adultos
recen la Doctrina
y
Las Preguntas do ó tres vece a
la semana,
y
en las parroquias, todo los domingo
después de la Misa parroquial; mas por lo regular lo
indio no dicen todo el texto que el director del rezo
pronuncia, sino que repiten tan sólo la última palabra
de la frase que se acaba de decil"
y
así no aprenden
casi nada. Para remediar este gravísimo defecto hága
é
repetir despacio y cantando ó en voz lenta y clara
1
el texto de la Doctrina, lo cual en efecto se ob erva,
· pero solamente en una que otra hacienda. E verdad
que así se prolonga algo má el rezo y se pierde tal
vez un poco de tiempo para el trabajo · pero el bien
que se consigue de esta manera, merece que se haga
un acrificio mucho mayor.
¡
Ojal:í los hacendados con-·
sagr:uan la cuarta parte del uidado que tienen para
el progre o m:,tterial de su hacienda , al adelantamiento
1
"Paulatim cantando": Conc.
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Roro.
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y
App. instr. I, n. 10.