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C'XLI -

sus facultades? Entonces habrán adquirido fuerzas

morales para cuando llegue el momento de necesitar–

las; y así cumplirán con lo que deben á ·Dios, á sí

mismos y al prójimo. - Para esto ayudan la

fe y

con–

fianza natural que tienen los niiios en sus padres

y

maestros, y las virtudes teologales

y

los dones del

Espíritu Santo, infusos mediante el bantismo, cuya

eficacia en los niitos no se ha disminuído todavía por

el pecado. Esperar que la edad se adelante para in–

culcar, tal vez en pláticas, los buenos principios, es ex–

ponerse

á

que la semilla de la palabra divina encuentre

el corazón ocupado ya con hábitos viciosos.

Adem~1

poco sirven las pláticas si falta el fundamento de los

conocimientos elementales de la religión, los cuales se

adquiere casi solamente en el catequismo. Si en el cate–

quismo no se ha acostumbrado

los niiios á que fre–

cuenten los sacramentos, no producen ni las misiones

el fruto que se espera, principalmente si no se renue1,ar1.

Esto prueba la experiencia ; en efecto,

á

la pregunta:

"¿

Cmindo te confesaste la última vez?" contestan

:i

veces: "Dando los Padrecitos N.N. misiones en el pueblo,

me confesé." "Y, ¿cuánto :.\lios son desde entonces?"

·· o sé bien, Padrecito, serfo unos diez 6 doce aiios."

Si no se acostumbran los niiios

á

frecuentar los sacra–

mentos, el fruto de las misiones es muchas veces sola–

mente pasajero. - No podemos menos que decir una

·triste verdad. ¿Cuál? En la invasión sectaria de

1895

el pueblo no estaba preparado para la lucha espirituál

contra los errores

y

educciones de los sectarios. Y

¿ por qué no lo h:i estado? na causa principal, egún