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139 -

Por fin hundióse el· sol en occidente,

Y hasta la luz crepuscular se aleja;

El

guan

lejano lúgubre y doliente,

Turba

el

silencio éon su ronca queja.

CLVI

Guasa

No faltará quien atribuya á pura

guasa

de

mi

parte el hecho de incluir este artículo en mi

qiii–

cheísmos,

ya que se ha tenido hasta ahora por

cha–

petón

el vocablo que encabeza estos· líneas; má de–

bo advertir que mientras no se me demue tre que

desde antes de que Colón descubriera la América

ya se usaba en España la oz

g·,uasa,

tengo derecho

de suponer que fue lle ada de América al Viejo

Mundo; hipótesis que hacen probable tre circuns–

tancias: dar el quiché plausible explicación de esa

voz, cuya etimología no han encontrado por

alld/

ser de sabor indígena, y muy usada por nuestro pue–

blo. (

I)

· La Academia Española define la voz

guasa,

en

estos términos: "falta de gracia y viveza; sosería,

pesadez, conjunto de cualidades que hacen desagra–

dable ó empalagosa á una persona,-fam. chanza,

burla."

(1)

Y aun en el caso de que la tal palabreja figurara en algún

escrito anterior al año de

1492,

me quedaría la salida de que, según

el autor de la

Iságo¡re histórica-apologética de las I11dias Occidentales

y

especial de la provincia de San Vicente de Chiapa

y

Guatemala,

los

fenicios, los cartaginenses

y

los españoles visitaron repetidas veces la

tierra de

Arsareth

(la América) mucho antes del nacimiento de C1is–

to,

y

aun fundaron colonias en ella,

y

en tal caso nada se opone á que

desde aquel entonces se haya llevado de estos países

á

la península

ibérica el vocablo de que trato ahora; la cual

salida

no pasaría de ser

una

guasa.