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úca de la L c1wua Castella7la
(10~
ed íc.
an
a l
a –
dor,
1874
p.
9.);
M.
R. ·
imeón
inclu
ó
la
oz
/iama ca_
en u Diccion a rio le la Len ·ua
ahuatl
y
el
señor Ferraz la h a analizado como
na /matiz'
nzo/
el abate. Bras eur de Bourboug
y
otro e critore . re–
putan de ori gen haitiano el
ocablo e n cu
tión,
añadiendo uno de eso. esc ritores que e n 1 id ioma
de los antigu9s habitante de Haití e llamaba
arna–
c!ta
el utensilio de que trato.
Según el P. Pedro Cristóbal d e
cuña
U
Ofag·e
into Soutlz América up the 4 mazon to Quúo,
I
698)
en la lengua
fztj)-guara1),
ó " lengua general del
Brasil" se da ·el nombre de
itamiica
al susodicho
mueble.
Para mí la oz
hamaca
es deri vada del quiché,
y
se compone de estas tres raíces:
a= '
este", s irviendo de artículo;
1na=
'pita",
y
tal~
"manta, tela."
Por tanto:
a+ma+cal==
" la tela de pita. "
Generalmente se escribe
lzaniaca,
pero sería más
correcto
y
más cómodo suprimir la
!t.
El señor Gagin·i en us
R eparos
á
los JVahuatlú–
mos de Costa R z'ca,
dice: _'Foerster, sin embargo, da
la palabra
lianiaca
como derivada
del holandés
hang·nzac
ó
hangniat
(el alemán
h (i:nge 1(iatte)
de
hang·,
colgado,
y
nzat,
cama, tapiz, estera para acos–
tarse."
"Esta etimología, agrega e l señor Gagini, me
pareció tan racional que no tuve reparo en presen–
tarla como la verdadera, cuando traté por primera
vez de dicha voz; · pero después he encontrado en el
excelense Dice. de Sewel , que la forma holandesa
IO