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1)fimitiva era

ftaniac ,

convertida ingeniosamente má

d

"

tar e en

angniac.

La cita que antecede confirma, si bien se mira

mi opinión respecto al origen de la voz

hamaca,

pues bien sabido es que hay m·ucha semejanza entre

el quiché y el

flanienco,

idioma de que se deriva el

holand

és, la cual semejanza ha sido señalada por el

abJ.te

Brasseur en el prólogo de su

Gramát-ica

Qui–

c

hé.

Dice el señor F erraz

en sus

Vahuatlisnios:

" unque las lenguas de Costa Rica son tan dese–

mejantes del N ahuatl, tenemos que la

pita,

fibra de

que se hacen hamacas se dice en Bribri,

aniztca,-

en

Cabécar

ani ucu,-

en el de la Estrella,

anzacit,

y

en

Chirripó

y

Titcztrri·que, hamá."

En esto no hay pa–

ra mí más que una metonimia:

e dió el nombre del

objeto al material que sirve para fabricar aquél.

Los quichés llamaban

ab

á la hamaca, monosíla–

bo que también significa "agua, año

y

resuello"; es–

to no se opone á que la palabra

lianzaca

sea de ori–

gen quiché, sólo indica que los quichés pobladores

de las Antillas y

los que fueron

á

establecerse á

Costa Rica, ya estaban separados de los q\lichés de

Guatemala, cuando éstos introdujeron en su lengua–

je el vocablo

ab,

ó le dieron la significación de

ha-

ni aca.

Siguiendo la pista al vocablo

ab

he venido

á

dar

con él en el idioma tagalo de Filipinas, que es un

dialecto malayo: en aquel país llaman

abacá

ó

abaca

(sustantivo prohijado por la Academia española co–

mo masculino, aunque hay escritores que lo hacen

femenino), nombre de una especie de plátano

(Mu–

sa troglodi'tarum textón'a),

cuyas fibras son conoci–

das en el comercio con la denominación de "cáña–

mo de Manila."