-
146 -
1)fimitiva era
ftaniac ,
convertida ingeniosamente má
d
"
tar e en
angniac.
La cita que antecede confirma, si bien se mira
mi opinión respecto al origen de la voz
hamaca,
pues bien sabido es que hay m·ucha semejanza entre
el quiché y el
flanienco,
idioma de que se deriva el
holandés, la cual semejanza ha sido señalada por el
abJ.teBrasseur en el prólogo de su
Gramát-ica
Qui–
ché.
Dice el señor F erraz
en sus
Vahuatlisnios:
" unque las lenguas de Costa Rica son tan dese–
mejantes del N ahuatl, tenemos que la
pita,
fibra de
que se hacen hamacas se dice en Bribri,
aniztca,-
en
Cabécar
ani ucu,-
en el de la Estrella,
anzacit,
y
en
Chirripó
y
Titcztrri·que, hamá."
En esto no hay pa–
ra mí más que una metonimia:
e dió el nombre del
objeto al material que sirve para fabricar aquél.
Los quichés llamaban
ab
á la hamaca, monosíla–
bo que también significa "agua, año
y
resuello"; es–
to no se opone á que la palabra
lianzaca
sea de ori–
gen quiché, sólo indica que los quichés pobladores
de las Antillas y
los que fueron
á
establecerse á
Costa Rica, ya estaban separados de los q\lichés de
Guatemala, cuando éstos introdujeron en su lengua–
je el vocablo
ab,
ó le dieron la significación de
ha-
ni aca.
Siguiendo la pista al vocablo
ab
he venido
á
dar
con él en el idioma tagalo de Filipinas, que es un
dialecto malayo: en aquel país llaman
abacá
ó
abaca
(sustantivo prohijado por la Academia española co–
mo masculino, aunque hay escritores que lo hacen
femenino), nombre de una especie de plátano
(Mu–
sa troglodi'tarum textón'a),
cuyas fibras son conoci–
das en el comercio con la denominación de "cáña–
mo de Manila."