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DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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que tres veces. La primera vez permaneció dos días
en
el
modesto albergue de su mujer, y le quitó todo
el di nero, colmándola de caricias, dándola pruebas de
ternura y haciéndola creer en una conversión com–
pleta.-«Yo carecía , dice ella, de fuerzas para comba–
tir á un hombre por quien rogaba todos los dfas, y
que llenaba exclusivamente mi pensamiento» . La se–
gunda vez, el señor de la Chanterie llegó moribundo,
¡y de qué enfermedad l... Pero ella lo cuidó, lo salvó, y
procuró encaminarlo por la buena senda. Después de
haber pi'Qmetido todo lo que aquel ángel le pedfa, el
revolucionario se entregó á espantosos desórdenes, y
sólo logró escapar
á
la acción de la juc;ticia yendo
á
refugiarse en. casa de su mujer, donde murió en se–
gurida-6 .
-¡Ohl ¡esto no es nada! exclamó el honrado Alain
viendo pintado el asombro en el rostro de Godofredo.
Entre la gente que frecuentaba, nadie sabia que aquel
hombre fuese casado, y dos años después de la
muerte del miserable , la señora de la Chanterie supo
que existía una
~-;::nda
señora de la Chanterie, viuda
como ella y como ella arruinada. Aquel bigamo habfa
sabido encontrar dos ángeles incapaces de serie in–
fieles. Hacia el año
180 3,
repuso Alain después de
una pausa, el señor Boisfrelon, tío de la señora de la
Chanterie, fué indultado, ó lo que es lo mismo , ¡;o–
rrado de la lista de los emigrados, volvió á París y le
entregó una suma de doscientos mil francos, que el
antiguo tratante le había confiado con objeto de que
los entregase á los hijos de su sobrina. Instada la
viuda
á
volver á Normandia , donde completó la edu–
cación de su hija, compró, en excelentes condiciones,
una tierra patrimonial, aconsejada siempre por Bois-
frelon .
·
- ¡Ahl .exclamó Godofredo.
- Eso no
~s
nada aun, dijo Alain , pues no hemos
llegado á la época de las tormentas. Prosigo. En
1
807,
después de cuatro años de descanso, la señora de la