DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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trumento de muerte, hubiese uated matado
á
esa pobre
señora ... Ya es tiempo de que lo sepa usted todo,
pues nos pertenece usted, y hoy ·tenemos ya todos la
seguridad de su convicción.
-La señora de la Chanterie, empezó diciendo des–
pués de una pausa, pertenece á una de las mejores
familias de la Normandía baja. Se llama señorita Bár–
bara Filiberta de Champignelles,
y
procede de la rama
menor de esta casa. Así es que estuvo destinada á
tomar el velo, si su casamiento no hubiese podido
hacerse
c~m
la acostumbrada renuncia á la legítima
que solía usarse en las familias pobres. Un
tal - Chao~ .
terie, cuya famiHa había caído en profunda obscuridad,
á
pesar de que proviene de la cruzada de Felipe Au–
gusto: quiso recuperar el rango que por su antigüe–
dad le correspondía en la provincia de Normandía.
'" Este hidalgo estaba tanto más desacreditado ante la
'
nobleza, por cuanto que había reunido unos trescien-
tos mil escudes comerciando con las provisiones de
los ejércitos del rey, cuando la guerra de
H~novre.
Demasiado confiaciU con tales riquezas, aumentadas
aón con los rumores de provincia, el hijo hacía en
París una vida bastante inquietante para un padre de
familia. El mérito de la señorita de Champignelles go-
zaba de gran celebridad en el Bessin. El anciano,
cuyo feudo de la Chanterie se encuentra entre Caen y
Saint-Ló, oyó deplorar en su presencia el que una
señorita tan perfecta y tan capaz de hacer
á
un hom-
bre feliz, fuese á acabar sus días en un convento; y
ante su declaración de pretender la mano de la seño-
rita Filiberta para su hijo, le dieron la esperanza de
conseguir el permiso de los Champignelles, con tal
que fuese sin dote. Llevado de su deseo se trasladó
á Bayeux, se. procuró algunas entrevistas con la seño-
rita de Champignelles y quedó seducido de las gran-
des cualidades de la joven. A los dieciséis años, la
señorita, de Champignelles anunciaba
ya
todo lo que
tenía que ser. Se adivinaba en ella una piedad sólida,