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EL REVERSO
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un buen sentido inalterable, una rectitud inflexible,
y
una de esas almas que no pueden vivir nunca sin
afectos, aunque éstos fuesen ordenados. El anciano
noble, enriquecido con sus exacciones en los ejércitos,
vió en aquella encantadora muchacha á la mujer que
podía convenir á su hijo, por la autoridad de la virtud
de la joven y por el ascendiente de su carácter firme,
pero sin orgullo, pues ya ha visto usted que nadie es
más amable ni más confiada que la señora de la Chan–
terie,
y
hasta al declinar de su vida se ve el candor ·
de su inocencia. En sus primeros años no quería
creer en
el
mal,
y
la poca desconfianza que usted
pueda ver en ella depende únicamente de sus desgra–
cias . El anciano se comprometió en una conferencia
con los Champignelles á dar por
recibid~
en el con–
trato la legítima de la señorita Filiberta; pero, en re–
vancha, los Champignelles, que estaban aliados con
grandes casas, prometieron elevar á baronía el feudo
de la Chanterie, y cumplieron su palabra. La tía
qel
futuro esposo, señora de Boisfrelon, mujer del con–
sejero del parlamento que murió en la habitación que
usted ocupa, prometió dejar su fortuna al futuro so–
brino. Hechos ya estos arreglos entre las dos fami–
lias, el padre mandó á llamar al hijo. Magistrado
ponente del gran Consejo,
y
de veinticuatro años de
edad en el momento de su matrimonio, el joven había
hecho numerosas locuras con los jóvenes de su época,
haciendo su misma vida; así es que el anciano pro–
veedor de los ejércitos había pagado en diversas oca–
siones deudas considerables de su hijo. Este pobre,
preveyendo las nuevas calaveradas de su hijo, estaba
decidido á reconocer á su futura nuera una cierta
fortuna; pero, llevado también de su desconfianza,
legó el feudo de la Chanterie á los hijos varones que
naciesen del matrimonio ... La Revolución, añadió el
cuitado Alain en forma de paréntesis, hizo inútiles
estas precauciones. Dotado de una belleza de ángel
y
de una maña maravillosa en todos los ejercicios del
'·