()O
EL REVERSO
Chanterie casó á su hija única con un hidalgo cuya
piedad, antecedentes y fortuna ofrecían todo gépero
<le garantía; un hombre que, según el dicho popular,
era la comidilla
de la mejor sociedad de la comarca
en que la señora de la Chanterie y su hija pasaban
el invierno. Tenga usted en cuenta que esta sociedad
se componía 'de siete ú ocho familias de las más re–
nombradas de la nobleza francesa, los Esgrignon, los
Troisville, los Casteran, los Nouatre, etc. Al cabo de
<iiedocho meses, este hombre dejó á su mujer y se
.escapó á París, donde cambió de nombre. La señora
<le la Chanterie no pudo saber las causas de esta se–
paración hasta que el escándalo fué público. Su hija,
educada con minuciosos cuidados y en los más puros
sentimientos religiosos, guardó un profundo silencio
sobre este acontecimiento. Esta falta de confianza
hirió atrozmente á la señora de la Chanterie. Varias
veces ya había reconocido en su hija ciertos indicios
que denotaban que poseía el carácter aventurero de
su padre, si bien aumentado con una firmeza de ca–
rácter casi viril. El marido se fué de su lado, dejando
sus negocios en Jastimosa situación. La señora de la
' Chanterie está aún asombrada de aquella catástrofe,
que ningún poder humano hubiera podido remediar.
La gente á quien consultó prudentemente le dijo que
la fortuna de su yerno era clara y líquida en tierras y
sin hipotecas, cuando en realidad resultaba que hacía
ya diez años que debía mucho más de lo que tenía.
En su consecuencia, los inmuebles fueron vendidos,
y la pobre recién casada, reducida á su única fortuna,
volvió á casa de su madre. La señora de la Chanterie
supo más tarde que aquel hombre había estado sos–
tenido por las gentes más distinguidas de aquel país
por intereses de sus créditos, pues aquel miserable
les debía á todos sumas más ó menos considerables.
De modo que, desde su- llegada á la provincia, la se–
ñora de la Chanterie había sido considerada como
u·na presa. Sin embargo, esta catástrofe tuvo otras