DE LA in::.TORIA CONTEMPORÁNEA
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y
que hizo que se agriasen todas mis buenas disposi–
dones. Acto continuo fui á ver
á
mi antiguo princi–
pal, que me servía de conRejero. Tan pronto como le
hube confiado el secreto de mi préstamo á Mongenod
y la manera como éste se había presentado, exclamó:–
¡Cómo obrar tan
á
la ligera uno de mis antiguos
pasantes! Si hubiera usted aplazado el préstamo y .
hubiera venido
á
verme, habría sabid.o que despedí á
Mongenod de mi casa. Hace ya más de un año que
me debe más de cien escudos en plata, una suma
enorme.
Y,
tres días antes de ir
á
almorzar con usted,
me encontró en la calle y me pintó su miseria de un
modo tan doloroso, que le dí dos luises.-Si me veo
burl~do
por un hábil comediante, tanto peor }'ara
él.
Pero
~qué
hacer? le dije.-Por lo menos procure usted
obtener de él algún documento, pues por malo que
sea hoy un deudor, puede llegar á ser bueno mañana,
y entonces se cobra.-Acto continuo, Bordín sacó de
una carpeta un sobre, en el cual ví escrito el nombre
de Mongenod, y me enseñó tres recibos de
á
cien fran–
cos cada uno.-El primer día que venga le haré unir
á
esto los dos luises que le dí, los intereses vencidos
y lo que me pida, obligándole
á
firmar un recibo de
todo y una declaración de que los intereses corren
.desde el día del préstamo. Al menos así tiene uno
medios de hacer que algún día le paguen, si esto es
posible.-Pues bien, dije yo
á
Bordín, (tendría usted
inconveniente en arreglarme este asunto como ha
arreglado usted el suyo? Usted es un hombre hon-
'
rado, y lo que usted haga bien hecho está.-Ninguno,
me respondió el exprocurador. Cuando un hombre se
porta como usted lo ha hecho,- se expone
á
que cual-
quiera se burle de él. Yo no quiero que nadie se burle
de mí. ¡Burla.rse de un antiguo procurador del Cha-
teletl. .. ¡en seguida! El hombre á quien se presta una
suma en la forma en que usted se la prestó
á
Monge--
nod, al cabo de algún tiempo acaba por creerla suya.
El dinero de usted pasa á ser suyo, y la presencia de
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