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EL REVERSO

apropiado á todos los tiempos y superpuesto á todas

las situaciones. Es raro que la Iglesia no haya cano–

nizado á Gersón, pues es evidente que el Espíritu

Santo animaba su pluma.

Para Godofredo, además del libro, la posada de la

Chanterie encerraba una mujer; se enamoraba cada

día más de ella; descubría en ella flores sumergidas

bajo la nieve de los inviernos; entreveía las delicias

de aquella amistad santa que la religión permite, á la

que los ángeles sonríen, que unía á aquellas cinco

personas, y contra la cual nada malo puede prevale–

cer. Existe un sentimiento superior á todos los demás,

un amor de alma á alma que se parece á esas flores

ttaras nacidas en los más elevados picos de la tierra,

del

que sólo ofrece ejemplos la humanidad de siglo

en siglo, que une á veces á dos amantes, y que da

razón de esas fieles adhesiones inexplicables por las

leyes ordinarias del mundo. Se unen y confunden de

tal modo con él las naturalezas morales, que no existen

en ese cariño ni esperanzas perdidas, ni discordias, ni

vanidad, ni luchas, y ni siquiera contrastes. Este sen–

timiento inmenso, infinito, nace de la caridad católica,

y Godofredo entreveía -sus delicias. Habfa momentos

en que no podía dar fe al espectáculo que tenía ante

sus ojos, y buscaba las razones de la amistad su–

blime de aquellas cinco personas, asombrado de en- ·..

contrar verdaderos católicos, cristianos de los prime–

ros tiempos de la Iglesia en el Parfs de

1

835.

Ocho días después de su entrada en aquella casa,

Godofredo habia sido testigo de tal concurso de gen–

tes, había sorprendido fragmentos de conversación

en que se trataba de cosas tan graves, que entrevió

una prodigiosa actividad en la vida de aquellas cinco

personas. Se apercibió de que todas ellas dormían

seis horas á lo sumo.

Cuando llegaba el segundo almuerzo, todos ellos

habían hecho ya, por decirlo así, una primera jor–

nada. Gentes desconocidas traían y llevaban sumas,