DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
4.1
está sumida en profundas meditaciones, recorrió ma–
quinalmente
l~s
dos páginas del libro abierto, y leyó
á pesar suyo este titulo:
CAPÍTULO XII
Del camino real de la Santa Cruz
Y
tomó el libro.
Y
esta frase de este hermoso ca–
pítulo atrajo sus miradas cual si fuese foco de luz.
«Marchó delante de nosotros cargado con su
cruz~
»Y murió por vosotros, á fin de que lleváseis vuestra
»cruz y de que deseáseis morir en ella.
»Id adonde queráis. haced tantás investigaciones
>~omo
os agrade; no encontraréis vías más elevadas
»ni más seguras que el
camino
d~
la santa cruz.
»Disponed y arreglad todas las cosas según vues–
»tros deseos y vuestras miras, que no encontraréis
»nunca en ellas más que una obligación de sufrir
»siempre algunas penas, queráis ó no queráis, y, por
))lo tanto, encontraréis siempre la cruz, toda vez que
nsentiréis dolores en el cuerpo, ó sufriréis grandes
»penas de alma.
»Tan pronto como os veáis abandonado de Dios,
»los hombres os impondrán duros trabajos . Aun más,
,>vosotros seréis una carga para vosotros mismos, sin
»que podáis· veros libre de ella por ningún medio, ni
»aliviado con nJngún consuelo; y hasta que Dios se
»digne libertaros de ella os veréis obligado á sufrirla ,
))pues Dios quiere que aprendáis á sufrir sin consue–
>>los, á fin de que os sometáis á él sin reserva y de
,>que paséis á ser humilde por medio de las tribula–
>>ciones.>>
- ¡Qué libro! se dijo hojeando este capítulo.
Y
llegó
á
estas palabras:
«Y
cuando hayáis llegado á encontrar las afliccio-