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EL REVERSO
traen de nuestra quinta, -pespués de haber rezado
nuestras oraciones, á excepción del padre Veze, que
dice la primera misa á las seis e.n verano y á las siete
en invierno en Notre-Dame, á la cual asisten estos
señores todos los días, lo mismo que vuestra muy
huinilde servidora.
·
La señora de la Chanterie acababa esta explicación
sentada ya á la mesa, que ocupaban ya, sentados
también, sus cinco huéspedes.
El comedor, pintado todo de color gris, y cuyo ma–
deramen
y
dibujos denotaban el estilo del siglo de
Luis XIV, estaba contiguo á aquella especie de ante–
sala que ocupaba Manón y que parecía ser paralela
al cuarto de la señora de la Chanterie, que comuni–
caba sin duda con el salón. El mooiliario consistía en
seis sillas cuyo respaldo de forma oval estaba tapi–
zado evidentemente por manos de la -.señora de la
Chanterie, en dos alacenas y una mesa de caoba, en
la que Manón no ponía nunca mantel para el al–
muerzo. Este almuerzo, de una frugalidad monástica,
se componía de un pequeño rodaballo con salsa
blanca, patatas, ensalada y cuatro clases de frutas:
albaricoques, uva, fresas y almendras frescas; por
entremeses, miel, manteca, rábanos, cohombros
y
sardinas. La vajilla era de aquella porcelana con flo.,
recitas azules y hojas verdes
y
menudas que sin dudá
fué de gran lujo en tiempo de Luis XVI, pero que las
crecientes exigencias de la vida actual han hecho
común. ·
-Comemos de vigilia, dijo el señor Alain. Ya
comprenderá usted que si vamos á misa t<?dos los
días, ·obedecemos ciegamente á las prácticas más se–
veras de la Iglesia.
-Y usted, espero que empezará á imitar-nos, dijo
la señora de la Chanterie mirando de reojo á Godo–
fredo, que estaba sentado á su lado.
De los cinco convidados, Godofredo conocia ya los
nombres de la señora de la Chanterie, del abate Veze
..
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