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EL REVERSO
jestuosos, sostenes del Estado. Pero no había
ningú~
banquero
á
quien no molestase el elogio de la casa
Mongenod. A imitación de los banqueros ingleses, la
casa Mongenod no ostenta ningún lujo exterior; se
vive allí en un profundo silencio, se contentan con
hacer operaciones de banca con una prudencia, una
sabiduría y una lealtad que les permite negociar con
seguridad de un extremo
á
otro del mundo.
El jefe actual, Federico Mongenod, es el cuñado del
vizconde de Fontaine; de modo que esta numerosa.
familia está aliada por el barón de Fontaine con ·el
señor Grossetete, recaudador general, hermano de
los Grossetete y compañía de Limoges, con los Van-·
denesse y con Planat de Baudry, otro recuadador ge–
neral. Este parentesco, después de haber valido al
difunto Mongenod padre grandes favores en las ope–
raciones financieras bajo la Restauración, le valió
también la confianza de las primeras casas de la an–
tigua nobleza, cuyos capitales é inmensas economías
eran depositadas en su casa de banca. Lejos de am–
bicionar la dignidad de par, como los Keller, los
Nucingen y los Tillet, los Mongenod permanecían
alejados de la política y sólo se ocupaban de lo con–
cerniente á su profesión de banqueros.
La casa Mongenod está establecida en un magnífico
palacio, situado, entre patio y jardín, en la calle de
Victoire, donde viven la señora de Mongenod madre
y sus dos hijos, todos tres asociados. La señora viz–
condesa de Fontaine había recibido la parte de capital
que le correspondía á la muerte de Mongenod padre,
ocurrida en
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7. Federico Mongenod, guapo joven
de unos trienta y cinco años, de carácter frío, silen–
cioso
y
reservado como un genovés y pulcro como
un inglés, había heredado de su padre todas las cua–
lidades necesarias para su difícil profesión. Más ins–
truido de lo que son generalmente los banqueros, su
educación había sido esmerada y había adquirido du–
rante ella la universalidad de conocimientos que cons-