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EL REVERSO
mente la antigua escalera en forma de espiral, donde
las arañas habían tendido sus telas llenas de polvo.
Manón llevaba una saya de burdo paño que formaba
gruesos pliegues,
y
su corpiño era cuadrado lo mismo
por delante que por detrás. Llegado al tercer piso, que
pasaba por ser el segundo, Manón se detuvo, hizo
mover los resortes de una antigua cerradura
y
abrió
una puerta pintada de un color de caoba muy mal
imitado.
-Ya estamos, dijo entrando delante.
{Era un avaro, un pintor muerto de indigencia, un
cínico
á
quien el mundo era indiferente, ó algún reli–
gioso separado del mundo el que había ocupado aque–
lla
habitación~
Se podía hacer esta cuádruple pregunta
al sentir el olor de la miseria, al ver las manchas de
grasa del papel ahumado, los techos ennegrecidos, las
ventanas con pequeños cristales llenos de polvo, los
ladrillos del pavimento de un color terroso
y
húmedo,
y
las maderas de puertas
y
ventanas llenas de una
capa de mugre.
La
habitación era cuadrada como la
casa que encuadraba el patio interior, que Godofredo
no había podido ver á causa de la obscuridad de la
noche.
-{Quién ha vivido aqun preguntó Godofredo. .
-Un antiguo consejero del parlamento, tío segundo
de la señora, un tal señor Boisfrelon. Chocho desde
la Revolución, este anciano murió en
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á
los no–
venta
y
seis años de edad,
y
la señora no pudo deci–
dirse á meter en seguida á un extraño.
-¡
Ohl la señora hará limpiar la habitación
y
la
amueblará de modo que el señor quede satisfecho,
repuso Manón.
-Eso depende del arreglo que ustedes hagan, re–
puso el sacerdote. El piso tiene un hermoso recibidor,
un gran dormitorie
y
un gabinete,
y
después los dos
cuartitos_ que dan al patio, que pueden servir de des–
pacho. Así está distribuida mi habitación de debajo
y
la del que vive arriba.