DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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Tinville , y las razones de su incógnito tan cuidadosa–
mente guardado.
-¡Ya se encargará don Nicolás de vengar terrible–
mente á esa pobre señora de la Chanteriel
Acababa de decirse estas palabras, cuaado se pre-
sentó Augusto .
•
- (Qué quiere
usted~
le preguntó Godofredo . .
-Mi buen señor, acaba de ocurrimos una desgra-
cia que me enloquece. Unos malvados han venido á
<;mbargarnos todos los muebles de mi madre, y bus–
can á mi abuelo · para meterlo en la cárcel. Pero no
son estas desgracias las que me obligan á implorar
auxilio de usted, dijo aquel muchacho con una altivez
romana . ¡Vengo á pedirle á usted un favor que no se
niega ni á los condenados á muerte! . ..
- Hable usted, dijo Godofredo .
- Han venido para apoderarse de los manuscritos
de mi abuelo , y como creo que éste ha entregado á
usted la obra, vengo á rogarle que tome también las
notas, pues la portera no permitirá que me lleve nada
de aquí. .. Unalas usted á los volúmenes, y...
-Está bien, está bien, respondió Godofredo. Vaya
usted pronto á buscarlas.
Mientras que el joven entraba en su habitación
para volver en seguida, Godofredo pensó que no era
culpable de ningún crimen, y que era preciso no des–
esperarlo hablándole de su abuelo y del castigo que
r ecibía en su vejez por los furores á que se había en–
tregado durante su vida política,
y
tomó el paq\1ete
de sus manos con una especie de amabilidad .
·
-(Cómo se llama su madre de usted? le preguntó.
- Caballero , mi madre es la baronesa de Mergi, y
mi padre era el hijo del primer presidente de la au–
diencia real de Rouen .
-¡Ah! dijo Godofredo,
(SU
abuelo casó á su hija
con el hijo del famoso presidente
Mergi~
-Sí, señor.
-Amigo mío, déjeme , dijo Godofredo.