DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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que es el primer caso que se presenta? Veinte veces,
cien veces, se nos ·han presentado medios de salvar
de ese modo á personas y familias . Pero {qué sería–
mos nosotros dedicándonos á asuntos de ese género?
Negociantes. Comanditar la desgracia, no es trabajar
uno mismo, es ponerla en disposición de trabajar.
Dentro de algunos días encontrará usted miserias más
terribles que esa. (Haría usted lo mismo que quiere
hacer
ahora~
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Pues vaya un trabajo que se echaba
encima! Piense usted, hijo mio, que hace ya un año
que los señores Mongenod nos dicen que no pueden
encargarse de nuestra contabilidad. Tendrá usted que
invertir la mitad del tiempo en la teneduría de nues–
tros libros. Tenemos hoy cerca de dos mil deudores
en París, y al menos es necesario que sepamos lo
que nos deben aquellos que han de poder devolvér–
noslo. No pedimos nunca, esperamos. Calculamos
siempre que la mitad del dinero que se da se pierde.
La otra mitad nos la dan á veces duplicada... Por
ejemplo, suponga usted que ese magistrado muere,
y
ahí tiene usted ya doce mil francos aventurados.
Pero que se cure su hija, y que su nieto llegue á ser
un día magistrado, y, si tiene honor, se acordar'á de
la deuda y nos devolverá con creces el dinero. de los
pobres. Sepa usted que más de una familia sacada
de la miseria y puesta por nosotros en el camino de
la fortuna , mediante préstamos sin interés, han dado
su parte para los pobres y nos han devuelto sumas
dobles y á veces triples... Estas son nuestras únicas
especulaciones. En primer lugar, respecto á eso que
le.preócupa á usted con razón, piense usted que la
venta de la obra de ese magistrado depende de la bon–
dad de la misma: {la ha leído usted? Además, aunque
el libro sea excelente, 1cuántos libros excelentes han
permanecido uno, dos y tres años sin haber obtenido
el
éxito que merecían! ¡Cuántas coronas se han puesto
sobre tumbas! Yo sé que los libreros tienen maneras
de tratar y de realizar que hacen que su comercio