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IQ2

EL REV&RSO

una madre!. .. ¡Ohl ¡papél papá! ¡abrbamel ¡venl ...

¡dime si me quieres!

El anciano se levantó , se inclinó sobre el lecho y

dió un beso en la blanca, despejada y po6tica frente

de su hija, cuyos enfermizos furores no se parec(an

siempre á aquella tempestad de cariño.

El anciano se paseó por el cuarto¡ llevaba en los

pies unas zapatillas bordadas por su hija y no hada

ruido alguno.

-Y (á qué se dedica usted) preguntó Vanda

á

Godofredo después de una pausa.

-Señora, estoy empleado por personas piadosas

para socorrer

á

los desgraciados.

-¡Ahl¡hermosa misión, caballero! dijo la enferma.

{Querré usted creer que más de una vez me vino á la

mente la idea de dedicarme

á

esa misma ocupación?

1

Pero qué ideas no habr6 tenido yol repuso haciendo

un movimiento de cabeza. El dolor es una linterna

que nos alumbra en la vida.. . ¡Si yo recobrase la

salud!. ..

-Te divertirías, hija mía, dijo el anciano.

-Seguramente que desearía divertirme, respondió

ella, pero (podría hacerlo) Espero que mi hijo será

un magistrado digno de sus dos abuelos, y tendrá

que separarse de mí. Y entonces, (QU6 hacer)... Si

Dios me devuelve la vida, se la consagrar6. ¡Oh!

¡después de haberos dado y concedido todo lo que

me pidáis! exclamó mirando

á

su padre y á su hijo.

Padre mfo, hay momentos en que las ideas del señor

Maistre me acuden á la mente y creo que expío alguna

cosa.

-Ahí ves lo que tiene leer tanto, es:c:lamó el an–

ciano muy apenado.

-¡Aquel valiente general polaco, mi bisabuelo.

figuró, aunque inocentemente , en el reparto de Po–

lonia!

-¡Vamos! ¡vuelta con Polonia! repuso el señor

Bernard.