DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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--'¡Ahl {ya está usted aquí, señorito? dijo la viuda
Vauthier al ver á Godofredo. Si hubiese sabido que
iba usted á venir tan pronto, le hubiera encendido el
fuego:
-No hace falta, respondió Godofredo viendo que
la Vauthier le seguía; pasaré la noche en casa del se–
ñor Bernard.
....,...:.¡Ah-1 {eS usted acaso primo suyo para tener tanta
-confianza 'con él el segundo día que lo conocd... Yo
.creía que acabaríamos la conversación que habíamos
empezado.
-
¡
Alif" ¡los cuatrocientos francos! dijo Godofredo en
voz baja á la viuda. Escuche usted, mamá Vauthier,
usted quiere soplar y sorber
á
la par, y se quedará us–
ted sin lo uño y lo otro; porque, por lo que res–
pecta á ml, me ha hecho usted traición ... y el negocio
ha salido completamente fallido.
-No lo crea usted, señor.. . Mañana, durante el
almuerzo ...
-¡Ohl mañana haré' como los autores
y
saldré de
casa al amanecer.
.
Los antecedentes de Godofredo, su vida de elegante
y de periodista le sirvió en esto. Tenia bastante mundo
para comprender que, si no ohraba de ese modo
1
la
cómplice de Barbet iría á avisar al librero de algún
peligro, y las persecuciones empezarían hasta
el
punto
de que comprometerían al poco tiempo la libertad del
señor Bernard; mientras que haciendo creer á aquel
trío de negociantes ávidos que su combinación no
corría ningún riesgo, permanecerían tranquilos. Pero
Godofredo no conocía aún la naturaleza parisiense
cuando se disfra·za de viuda Vauthier. Esta mujer
quería obtener el dinero de Godofredo y el de su pro-–
pietario, y corrió en seguida
á
casa del señor Barbet,
mientras que Godofredo se cambiaba de ropa para
presentarse en la habitación de la hija del señor Ber-
\
nard .
·
.
Daban las ocho en el convento de lá Visitación,