DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
1
73
toma dos veces al día. Dos veces á la semana, le
traen dulces... ¡Es muy golosal El viejo le compra
siempre pasteles en casa del pastelero de la calle de
Bucí. ¡Oh! cuando se trata de ella, no mira nada.
¡Dice que es su hija! ... ¡No todo el mundo haría á su
edad lo que él hace por su hija!... El
y
su Augusto
se matan por ella. (Le pasa al señor como á mi? yo
daría veinte francos por verla. El señor Berton dice
que es un monstruo, una cosa que se podía pagar
por verla. Han hecho bien en venir á un barrio como
éste, donde apenas hay gente... (De modo que el se–
ñor piensa ir á comer á casa de la señora Machillot?
-Si, pienso ir á arreglarme allí.
-Señor, no es por quitarle á usted sus intencio-
~es;
pero bodegón por bodegón, yo preferiría ir á la
calle de Tournón; no tendrá usted necesidad de abo–
narse por un mes ·y le servirán mejor.
-(En qué sitio de la calle de
Tournón~
-En casa del sucesor de la madre Girard... Allí
es donde van muchas veces esos señores de ahí arriba,
y están contentos hasta más no poder.
-Está bien, señora Vauthier, seguiré su consejo
é iré á comer allí.
-Mi querido señor, dijo la conserje animada al
ver el aire cándido que Godofredo afectaba intencio–
nadamente, hablando en serio, dfgame , {es cierto que
va usted á ser tan
primo
que va usted á pagar las
deudas del señor Bernard? Lo sentiría, porque piense
usted, don Godofredo, que tiene cerca de setenta·
años, y que después que él muera, ¡naranjas! (Cómo
va usted á cobrar? Los jóvenes son á veces muy im–
prudentes. {Sabe usted que debe más de mil escudos?
-Y {á
quién~
preguntó Godofredo.
-¡Ahl (á quién? En fin, esto no es asunto mío,
respondió misteriosamente la Vauthier. Lo cierto es
que los debe, y, aquí entre nosotros, le diré que por
eso mismo no encuentran quien les fíe un cép.timo en
todo el barrio.