Table of Contents Table of Contents
Previous Page  165 / 298 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 165 / 298 Next Page
Page Background

DE LA' HISTORIA CONTEMPORÁNEA

161

Al día siguiente, Godofredo, acostumbrado á levan–

tarse muy temprano, vió por la ventana á un joven

de unos diecisiete años, vestido con una blusa, que

venía sin duda de una fuente pública, lle·¡ando en las

manos sendos cántaros llenos de agua... La cara de

aquel joven, que no sabía que lo observaban, dejaba

translucir sus sentimientos, y Godofredo no había visto

nunca nada tan sencillo, pero tampoco tan triste. Las

gracias de la juventud estaban ajadas por la miseria,

por el estudio y por las grandes fatigas físicas. El

nieto del señor Bernard llamaba la atención por su tez

d e extraordinaria blancura, realzada por sus negros

cabellos . Hizo tres viajes. Al tercero, vió descargar

una carretada de leña verde, que Godofredo había

pedido la víspera, pues el invierno tardío de

1

838

empezaba á dejarse sentir, y había nevado un poco

durante aquella noche.

Nepomuceno, que acababa de empezar su tarea del

c;lia yendo

á

buscar aquella leña, hablaba con el jo–

ven, esperando á que el serrador le diese la carga que

tenia que subir. Era fácil adivinar que el frío que se

había echado encima de repente inquietaba al nieto

del señor Bernard, y que la vista de aquella leñll y del

color grisáceo del cielo le recordaban la necesidad de

hacer su provisión. Pero de pronto

el

joven, como si

se hubiese reprochado el haber perdido aquel tiempo

precioso, tomó los dos cántaros y entró precipitada–

mente en la casa. En efecto; eran las siete y media,

y al oírlas en el reloj del convento de la Visitación, se

acordó de que

á

las siete y media tenía que estar en

el colegio de Luis el Grande. En el momento en que el

joven entraba, Godofredo iba á abrir

á

la señora Vau–

thier, que acudía

á

encender el fuego de su nuevo ve–

cino, de modo que éste fué testigo de una escena

ocurrida en el descansillo de la escalera. Un jardinero

de la vecindad, después de haber llamado varias ve–

ces

á

la puerta del señor Bernard, sin que hubiese acu–

dido nadie, pues la campanilla estaba obstruida con

11