EL REVERSO
espera de un hombre de mi edad y serio como yo soy.
Si ven al abuelo desnudo como estoy, después de
haber visto al nieto tan mal vestido, (querrá el mé–
dico prodigar á mi hija los cuidados necesarios? No,
obrará como se obra con los pobres ... Piense usted,
señor mío, que amo á mi hija por todos los dolores
que me ha hecho sufrir, como la amaba antes por los
momentos de felicidad que me prodigaba. Hoy es
para mí un ser angelical. Sí, ¡ay de .mí! no es más
que un alma, un alma que vive para su hijo y para
mí; el cuerpo no existe, pues lo ha anulado .el dolor....
¡juzgue usted qué espectáculo para un padre! El
mundo para mi hija es su cuarto; necesita flores que
le gustan mucho, lee bastante y cuando tiene sanas
las manos trabaja como un hada. Ella ignora la pro–
funda miseria en que estamos sumidos... De modo
que nuestra existencia es tal, que no podemos admi–
tir á nadie en casa ... (Me comprende usted, caballero?–
(Adivina usted la causa que me inclina á alejar á todo
vecino? Le pediría á usted muchos favores que no po–
dría pagar. En primer lugar, me falta tiempo para todo;
me dedico á educar á mi nieto y trabajo tanto, ·que
no duermo más que tres ó cuatro horas por la noche.
-Señor, repuso Godofredo interrumpiendo al an–
ciano á quien había observado con dolorosa aten–
ción, seré su vecino y le ayudaré.
El anciano dejó escapar un gesto de orgullo y de
impaciencia, pues no esperaba nada bueno de los
hombres.
-Le ayudaré á usted como yo puedo ayudar, re–
puso Godofredo cogiendo las manos del anciano
y
estrechándoselas con piadoso afecto. Escuche
usted~
(Qué piensa hacer de su nieto?
-Muy pronto empezará
á
estudiar leyes, pues
piensa dedicarse á la magistratura.
-Su hijo le costará seiscientos francos al año,
y
entonces...
·
El anciano guardó silencio.