EL REVERSO
las manos y creimos que seria alguna enfermedad de
la espina dorsal. Médicos y remedios no han hecho
más qne empeorar este estado, y mi pobre hija no
podia moverse sin que se le dislocasen, ya los riñones,
los brazos ó los hombros. Durante mucho tiempo
tuvimos en casa á un excelente cirujano casi de hués–
ped, ocupado , de acuerdo con el médico ó los médi–
cos (pues han ven ido muchos á verla por curiosidad),
en poner los miembros en su sitio. Y (querrá
ust~d
creerlo, caballero? tenia que hacer esta operación tres
ó cuatro veces al dia ... ¡Ah
l. ..
Esta enfermedad pre–
senta tan diversas formas, que me olvidaba decirle á
usted que, durante el periodo de debilidad , antes de
la parálisis de los miembros, se manifestaron en mi
hija los casos más extravagantes de catalepsia... Ya
sabe usted lo que es la catalepsia. Permanecía varios
días con los ojos abiertos é inmóviles con la misma
posición en que la cogia el mal. De esta afección ha
sufrido los casos más monstruosos y hasta ha tenido
ataques de tétano. Esta fase de la enfermedad me
sugirió la idea de emplear
el
magnetismo para su cu–
ración cuando la vi tan singularmente paralizada. Mi
hija, caballero, gozó de una clarividencia milagrosa;
su alma ha sido el prodigio de todos los sonambulis–
mos, como su cuerpo es el teatro de todas las enfer–
medades...
Godofredo se preguntó si aquel anciano estaba en
su sano juicio.
-A decir verdad, yo, que instruido por Voltaire,
Diderot
y
Helbetins, soy un hijo del siglo xvm, dijo
continuando sin hacer caso de la expresión de los ojos
de Godofredo, yo, que soy un hijo de la Revolución
y que me burlé siempre de todo lo que la antigüedad
y
la edad media cuentan de los poseídos, declaro, ca–
ballero, que la posesión es la única cosa que puede
explicar el estado en que se encuentra mi hija. So–
námbula, no ha podido decirnos nunca la causa de
sus sufrimientos¡ no los veía,
y
todos los tratamientos