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EL REVERSO

acento parco y dolorido que sólo pertenece á los des–

graciados:

-El

poco dinero que tenia, pues me quedé sin

fortuna en

1830,

después de haber ocupado una alta

posición, en una palabra, todo lo que tenia, fué de–

vorado por mi hija, que babia arruinado ya á su

madre y á la familia de su marido... Hoy. la pensión

de que disfruto basta apenas para pagar las necesi–

dades del estado en que se encuentra mi pobre y

santa hija ... Ella ha agotado en mí la facultad de llo–

rar. He aufrido mil torturas. Caballero, crea usted

que debo ser de granito cuando no estoy muerto, á

no ser que Dios conserve el padre á la hija para que

tenga un guarda y una providencia, pues su madre mu–

rió de pena... ¡Oh! joven, usted viene en el momento

en·que el árbol secular que no se ha encorvado nunca

siente que el hacha de la miseria, afilada por el dolor,

empieza

á

encentarle el corazón ... Y yo, que no he

proferido nunca quejas, voy á hablarle á usted de esta

enfermedad, á fin de evitar el que venga usted á

esta casa, ó si persiste usted, para demostrarle la ne–

cesidad de no turbar nuestro reposo ... En este mo–

mento, mi hija ladra como un perro noche y día.

-{Está

loca~

preguntó Godofredo.

-No; conserva toda su razón y es una santa, res-

pondió el anciano. Cuando yo le haya contado á usted

todo, va usted á creer que soy yo el loco. Caballero,

mi hija única nació de una madre que gozaba de una

excelente salud. Yo ño amé en mi vida más que á

una sola mujer, que era la mía, y que escogí yo

mismo. Yo hice un casamiento por amor uniéndome

con la hija de uno de los coroneles más valientes de

la guardia imperial, Tarlowski, un polaco, antiguo

oficial del estado mayor del Emperador. Las funcio–

nes que desempeñaba exigían una gran pureza de

costumbres; pero mi corazón no está hecho para al–

bergar muchos sentimientos, y amé fielmente á mi

mujer, que, por su parte, merecía mi amor. Soy padre