EL REVERSO
ciación puede vivir sin el sentimiento religioso, único
que doma las rebeliones del espíritu, los cálculos de
la ambición y las avideces de todo género. Los que
buscan nuevos mundos, ignoran que las asociaciones
pueden dar muchos.
Andando por las calles, Godofredo sentía que era
otro hombre. El que hubiese podido penetrar en él
hubiese admirado el curioso fenómeno de la comuni–
cación del poder colectivo. Ya no era un hombre, sino
un sér centuplicado, que sabía que tenía la represen–
tación de cinco personas, cuyas fuerzas reunidas apo–
yaban sus actos y que marchaban con
~l.
Llevando
este poder en su corazón, experimentaba una pleni–
tud de vida y un poder tal, que lo exaltaba. Como él
dijo de8pués, éste fué uno de los momentos más her–
mosos de su existencia, pues gozaba de un sentido
nuevo, del sentido de una omnipotencia más cierta é
indudable que la de los déspotas. El poder moral es
como el pensamiento: no tiene límites.
-Vivir para otro, se dijo, obrar en común como
un solo hombre, obrar solo cual si estuviesen todos
juntos, tener por jefe la caridad, la más viva de las
figuras ideales que encierran las virtudes católicas,
eso es vivir. Vamos, reprimamos esta alegría pueril
que causaba risa al padre Alain. Sin embargo, (nO es
singular que, queriendo anularme yo á mí mismo,
haya venido á encontrar este poder que deseaba hace
tanto tiempo? se preguntó. ¡El mundo de los desgra–
ciados va á pertenecermel
Anduvo con tal exaltación todo el trecho que hay
desde Notre-Dame á la avenida del Observatorio, que
ni siquiera se apercibió de la larga caminata que ha–
bía andado. Llegado á la calle de Notre-Dame des
Champs, á la parte que da á la calle del Oeste, las
cuales no estaban aún adoquinadas en aquella época,
quedó sorprendido al encontrar tanto fango en un
lugar tan hermoso. En lugar de ir por las aceras,
como vamos,hoy, se iba entonces á lo largo de unas