EL REVERSO
ciones sobre nuestra santa religión. Vamos, adiós ...
Su iniciación de usted empieza ... ¡Ah! soy charlatán
como un profesor y olvido lo esencial. Aquí tiene
usted la dirección de esa familia, dijo entregando á
Godofredo un pedazo de papel; he añadido también
el
número de la casa en que vive Berton, calle del
Enfer. Ahora vaya usted á rogar á Dios que venga en
su ayuda.
Godofredo cogió las manos del anciano, se las es–
. trechó afectuosamente y le diólas buenas noches, pro–
metiéndole no olvidar ninguna de sus recomenda-
dones.
-Todo lo que usted me ha dicho, añadió, quedará
grabado en mi memoria para toda mi vida.
El anciano sonrió sin expresar duda alguna
y
se
levantó para ir á arrodillarse en su reclinatorio . Go–
dofredo volvió á su cuarto alegre al ver que iba á
participar al fin de los misterios de aquella casa
y
que
iba á tener una ocupación que, en la disposición de
ánimo en que él se encontraba, se convertía en un
placer.
Al día siguiente por la mañana faltaba en el al–
muerzo el bondadoso Alain, pero Godofredo no hizo
ninguna alusión á la causa de su ausencia. No fué
interrogado tampoco sobre la misión que le había
sido confiada, recibiendo así la primera lección de
discreción. Sin embargo, después de almorzar llamó .
aparte á la señora de la Chanterie y le dijo que iba
á
ausentarse por algunos días.
-Está bien, hijo mío, le respondió la señora de la
Chanterie. Procure usted honrar á su padrino, pues
el señor Alain ha respondido de usted
á
sus her–
manos.
Godofredo dijo adiós
á
los otros tres hermanos, los
cuales le hicieron un afectuoso saludo, con el que
parecieron bendecir su estreno en aquella peligrosa
carrera.
La asociación, una de las mayores fuerzas sociales
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