Table of Contents Table of Contents
Previous Page  141 / 298 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 141 / 298 Next Page
Page Background

DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA

137

igualmeñte á los demás señores, á la señora y hasta

á los criados de la casa. La necesidad del incógnito

absoluto en nuestras empresas es. tan grande y nos

vemos tan obligados á guardarla, que hemos hecho

de él una ley. Por otra parte, debemos permanecer

ignorados, perdidos en París... Piense usted, mi que–

rido Godofredo, en el espíritu de noéstra: orden, que

consiste en no desempeñar nunca

el

papel de bienhe–

chores, y sí únicamente el papel de sencillos interme–

diarios. Nos presentamos siempre como agentes de •

una person..a piadosa y santa (<no trabajamos siempre

por Dios?),"a fin de que no se crean obligados á es–

tarnos agradecidos ó que no nos tomen por personas

ricas. La humildad verdadera y sincera, y no la falsa

humildad de las gentes qoe ta afectan para hacerse

más visibles, debe inspirar á usted y dirigir todos sus

pensamientos... Puede usted estar contento de haber

logrado esto; pero mientras animen á usted senti–

mientos de vanidad ó de orgullo, no será usted digno

de entrar en la orden. Hemos conocido dos hombres

perfectos: uno de ellos, que fué

u~Q

de nuestros fun–

dadores, era el juez Popinot; respecto al otro, que se

ha dado á conocer por sus obras, es un médico de

aldea, que hizo célebre su nombre en una comarca;

éste, mi querido Godofredo, es uno de los hombres

más grandes de nuestros tiempos; ha hecho pasar á

toda una comarca del estado salvaje al estado prós–

pero, del estado irreligioso al estado católico, de la

barbarie á la civilización. Los nombres de estos dos

hombres están grabados en nuestros corazones

y

nos

los proponemos como modelos. Nos consideraríamos

muy felices si pudiésemos tener algún día en París la

influencia que tuvo este médico de aldea en su co–

marca. Pero aquí la llaga es inmensa, y por ahora el

curarla es obra superior á nuestras fuerzas. Que Dios

nos conserve mucho tiempo á la señora, que nos

envíe algunos ayudantes como usted, y acaso podre–

mos dejar una institución que atraerá muchas bendi-