DE LA IoiiSTORIA CONTEMPORÁNEA
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por ceguera en la mayor parte, todos, en fin, cons–
piraron para la unión de Bernardo Bryond con Enri-
queta Lechantre.
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buen sentido del notario encargado de los asun–
tos de la señora Lechantre, y alguna desconfianza sin
duda, fueron causa de la pérdida de la joven. El se–
ñor Chesnel, notario de Alencron, puso las tierras de
Saint-Savin, único bien de la futura esposa, bajo el
régimen dotal, reservando únicamente una habitación
y una módica renta para la madre .
1>Los e;ereedores, que suponían, por el espíritu de
orden y economía de la señora Lechantre, que ésta ·
poseia inmenso_s capitales, quedaron engañados en
sus esperanzas;
y
todos,
creyendo en la avaricia de
'
aquella mujer, hicieron pesquisas que pusieron al
descubierto la precaria situación de Bryond.
>)Graves disidencias estallaron entonces entre los
recién casados, y dieron lugar
á
que la joven esposa
conociese entonces las costumbres depravadas, el
ateísmo religioso y político, y, en una palabra, la in-
. famia del hombre con qmet.t--d destino la había unido
tan fatalmente.
»Bryond, obligado á poner á su mujer en el secreto
de las odiosas tramas formadas contra el gobierno
imperial, da asilo en su casa á Rifoel del Vissard.
»El carácter de Rifoel, aventurero, valiente, gene–
roso, ejercía sobre cuantos lo rodeaban seducciones,
cuyas pruebas abundan en los procesos criminales
instruidos y juzgados por sus audiencias especiales.
»La irresistible influencia y el absoluto imperio que
supo conquistarse sobre una joven que se veía en el
fondo de un abismo, se ve bien á las claras por la ca–
tástrofe cuyo .horror la arroja suplicante
á
los pies del
trono. Pero lo que la cancillería de Su Majestad lm:.
perial y Real podrá fácilmente confirmar es la infame
complacencia de Bryond, el cual, en lugar de llenar
sus· deberes de guía
y
de consejero al lado de la niña
que una pobre madre le había confiado, se comptació