DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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de ·la Chanterie. Bajo el Imperio no se reconocían ni
los títulos nobiliarios, ni los nombres añadidos á los
nombres patronímicos ó primitivos. De modo que la
baronesa de las Tours-Mesnieres se llamaba la mujer
Bryond. El marqués de Esgrignon volvía á tomar su
·nombre de Carol, y era el ciudadano Carol y más tarde
el señor Carol. Los Troisville pasaban á ser los se–
ñores Guibelin.
-Pero~
qué
ocurrió~
(COncedió el indulto el Empe–
rador~
-¡Ay
á e.
míl no, respondió Alain. La infortunada
jover1 subió al patíbulo á los veintiún años. Después
de haber leído la nota de Bordín, - el Emperador le
respondió á su gran juez, poco más ó menos, en estos
términos:
«-(Por qué encarnizarse con el espía? Un agente
no es hombre y no debe tener sentimientos. Es una
rueda de una máquina, y Bryond cumplió con su de–
ber. Si los instrumentos de este género no fuesen lo
que son, barras de acero, é inteligencias únicamente
en el sentido del poder á
q~'l
sirven, no habría go–
bierno posible. Es preciso que las sentencias de la
justicia criminal y especial se ejecuten, porque de
otro modo mis magistrados dejarían de tener con–
fianza en ellos y en mí. For otra parte, los soldados
de esa gente han muerto, á pesar de que eran menos
culpables que los jefes. Además, es preciso enseñar á
las mujeres del Oeste á no tomar parte en los com–
plots. Precisamente porque la sentencia recae en una
mujer, es por lo que la justicia debe seguir su curso.
No hay excusa posible ante los intereses del poder.))
-Tal es, en substancia, continuó Alain, lo que el
gran juez repitió
á
Bordín de parte del Emperador.
Al saber que Francia y Rusia no tardarían en romper
las hostilidades, y que el Emperador se vería obligado
á ir á setecientas leguas de París á atacar á un país
inmenso y desierto, Bordín comprendió los verdade–
ros motivos de la inclemencia del Emperador. Para