DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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fugitivos para vigilarlos. Vauthiy.r fué muerto en
Parls, sin duda por alguno de los obscuros
y
adictos
amigos del caballero del Vissard. Por fiu, el menor de
los Chaussard fué asesinado en uno de esos asuntos
nocturnos propios de la policía; es de creer que Con–
tensan se desembarazó de sus reclamaciones
y
remor–
dimientos
recom~ndándole
su muerte á algún compa–
ñero. La señora de la Chanterie invirtió su capital
en papel del Estado y compró esta casa, obedeciendo
á un deseo de su tío, el consejero Boisfrelon, que le
dió el dinero necesario para la adquisición . Este tran–
quilo barrio era vecino del arzobispado, donde nuestro
querido vicario fué empleado al lado del cardenal.
Esta fué la principal razón de la señora para no opo–
nerse al deseo del ancianó, cuya fortuna, después de
veinticinco años de revoluciones, estaba limitada á
seis mil francos de renta. Por lo demás, la señora
deseaba terminar su vida en el claustro , inducida á
ello
y
agobiada por las espantosas desgracias que
había sufrido durante veintiséis años. Ahora supongo
que se explicará usted la majestad
y
la grandeza de
esa víctima que me atrevo á llamar augusta.
- Sí; la huella de todos los golpes que ha recibido
le da un no sé qué de grande
y
ma jestuoso , dijo Go–
dofredo.
-Cada herida, cada nueV"\l ataque, redobló en ella
la paciencia
y
la resignación, repuso Alain; pero si us–
ted la conociese como nosotros, si usted supiese cuán
viva es su sensibilidad
y
cuán activa la inagotable ter–
nura que sale de su corazón, se asustaría conside–
rando las innumerables lágrimas que había derra–
mado
y
las fervientes plegarias que babia dirigido á
Dios. Para resistir tantas sacudidas•serfa preciso no
haber conocido, como ella, más que una época corta
y
fugitiva de dicha. Es un corazón tierno
y
un alma
sutil contenidos en un cuerpo de acero endurecido
por las privaciones, por los trabajos
y
por las auste–
ridades.