DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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Si algo puede aliviar mi desgracia, es la bondad del
rey y el placer de ver que la Providencia no ha hecho
inútiles tantos sacrificios.))
.
-Y (qué hizo Luis XVIII? preguntó Godofredo.
-El rey mandó restituir doscientos mil francos á
la señora de la Chanterie
á
cambio de la tierra de
Saint-Savin, que había sido vendida para satisfacer
al fisco, respondió el buen hombre. Las cartas de
gracia expedidas para la señora baronesa y para su
criada, expresan el pesar del rey por los sufrimientos
que soportaron por servirle, reconociendo que
el celo
de sus servi?iores
jué
demasiado lefos en los
med~·os
de
ejecución;
¡pero cosa horrible y que le dará á usted
una idea del car-ácter de este monarca! durante su
reinado empleó
á
Bryond en la policía.
-¡Oh! ¡los reyes! ¡los reyes! exclamó Godofredo.
<Y vive aún ese miserable?
-No. Ese miserable , que ocultaba su nombre bajo
el de Contenson, murió á fines del año
1829
ó
á
prin–
cipios de
1830.
Deteniendo
á
un criminal que se esca–
paba por el tejado de
u~casa,
cayó á la calle.
Luis XVIII participaba de laS"taeas de Napoleón sobre
los policías. La señora de la Chanterie es una santa,
ruega por el alma de ese monstruo , y hace decir por
él dos misas al año. AuQQue la defendió el padre de
un gran orador, que era · uno de los . abogados más
célebres de aquel tiempo , la señora de la Chanterie,
que no conoció los peligros que corría su hija hasta
'el momento en que empezaron
á
transportar los fon–
dos,
y
aun entonces lo supo por su pariente Boislau-
- rier, no pudo nunca probar su inocencia . El presi–
dente del Rouceret
y
el vicepresidente del tribunal de
Alen¡;on, Blandet, procuraron en vano salvar á nues–
tra pobre señora¡ fué talla influencia del consejero de
la audiencia Imperial que presidía la audiencia espe–
cial criminal,
el
famoso Mergi, procurador general
más tarde, fanáticamente adicto á la Iglesia y al trono,
y-
que hizo caer más de una cabeza bonapartista, que