DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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bre los caballos del coche, que h.abían sido desengan–
chados. Los bandidos despreciaron tres mil francos
en calderilla, y se llevaron sobre los caballos una suma
de ciento tres mil francos. Después se dirigen hacia
el caserío de Menneville, que está cerca de la aldea de
Saint- Savin. La horda y el botín se detienen en una
casa aislada perteneciente
á
los hermanos Chaussard,
donde vive un tío de éstos llamado Bourget, confi–
dente del proyecto desde su origen. Este anciano,
ayudado de su mujer, acoge
á
los bandida&, les reco–
mienda q:ue guarden silencio, descarga el dinero y se
va
á
la bodega
á
sacarles algo que beber. La mujer.
quedó haciendo de centinela al lado del castillo. El
anciano coge lós caballos, los llevfl al bosque, y des–
ata
á
los dos jóvenes y al
complac~ente
cochero, que
habían quedado amarrados. Después de haber repo–
sado breves momentos, los bandidos se ponen en ca–
mino. Courceuil, Boislaurier é Hiley pasan revista
á
sus cómplices, y una vez que entragaron
á
éstos mó–
dicas retribuciones, la banda se disuelve, huyendo
cada uno por su t:"::tn.
Llegados á un lugar llamado el Champ-Landry,
estcs malhechores, obedeciendo á aquella voz que
lleva
á
todos los miserables á incurrir en contradic–
ciones y fulsos cálculos respecto al crimen, tiran sus
fusiles á un campo de trigo. Esta acción, hecha por
todos, es la última señal de su mutua inteligencia.
Llenos de terror por el atrevimiento de su atentado
y por el éxito mismo, se dispersan.
Una vez ejecutado el robo con las agravantes de
asesinato y ataque á mano armada, se prepara el en–
cadenamiento de otros hechos, y otros autores van á
obrar con motivo del relato del robo y de su des-
tino.
Rifoel, escondido en París, desde donde dirigía
esta trama, transmite
á
Leveillé la orden de que le
remita inmediatamente cincuenta mil francos.
Courceuil había mandado ya
á_
Hiley que fuese á