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EL MARQUÉS DE VILLAGARCÍA.
ginó un alzamiento general,
y
de acuerdo con otros
pocos cómplices, compuso un manifiesto de agra–
vios, sin firma, que se envió secretamente para
conmover las provincias. Un .falso conjurado delató
el mal tramado plan. El Corregidor, á nombre de la
seguridad amenazada, condenó sin
apel~cion
al úl–
timo suplicio á cinco comprometidos, y los eje–
cutó sin demora. Un juez, enviado para tomar me–
didas más generales, desterró á algunos individuos,
que no habian hecho revelaciones á tiempo. La Au–
diencia mandó ajusticiará otro vecino, que habia
intervenido en la remision del mantfiestó, decla–
rando á los demas leales servidores del Rey. La vi–
lla se dividió en bandos; pretendian unos, que la
.precipitada ejecucion de algunos infelices, extra–
viados por la embriaguez y por la miseria, habia
sido hija más bien de rencores particulares, que de .
amor á la justicia,
y
trataban otros de incluir ,en la
conjuracion á sus émulos. La prudencia del Virey
templó aquellas disensiones,
Y.
fuera de Oruro no
se deseubrieron indicios del temido alzamiento, ni
en
la costa, ni en la sierra. Por e¡ contrario, la
guerra exterior,
y
la sublevacion de los chunchos,
causaron por mucho tiempo grandes embarazos al
erario , y mucha inquietud al Gobierno.
Los ingleses habían conocido, por sus vastas ne–
gociaciones, las inapreciables yentajas, que podian
reportar del libre comercio en la América española;
lo buques guardaco tas le habían inferido en lo