EL MARQUÉS DE VILLAGARCÍA.
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precios exorbitantes,
y
pedir otras prestadas al :ve–
cindario.
Vernon, que disponía de una imponente escua–
dra, se prometía, por el lado del Atlántico, esplén–
didos triunfos, que se tornaron en amargos desen–
gaños. Habia principiado con buen éxito sus ope–
raciones en el istmo; pero no recibiendo de Anson
el apoyo que esperaba del otro lado, y sabiendo, que
de Panamá marchaban á su encuentro fuerzas con–
siderables, e alej6 sin ninguna ventaja. Confiado
en su armada de cuarenta y .tres buques, daba por
tan segura la toma de Cartagena , que ya tenja im-
presa una relacion, y acuñadas n:iedallas para perpe–
tuar el recuerdo de su victoria. Mas la plaza, herói–
camente defendida por D. ;:;ebastian Eslaba, le hizo
.sufrir grandes reveses, y retirarse cubierto de ver–
güenza. El defensor de Cartagena, que fué nom–
brado jefe del nuevo vireinato de :::>anta Fe, recibió
.del Perú, para el sostenimiento de
la~
fuerzas ma–
rítimas, 300.000 pe o , que fueron aprestados in
rehuir acrificio de ningun género.
Mayores
y
más duraderos gastos exi
5
i6 el alza–
miento de los neófitos de Cbanchamayo determi–
nado por el severo casti ··o, que en un cacique hizo
un indiscreto doctrinero. La sublevacion se ·exten–
dió de.. de el Pozuzo ha::;ta el Pangoa, y todas las
conversione fueron destruidas, cor!. el martirio
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la despedida de los misioneros. Los blancos
y
cas–
ta ,
que de su angre participaban, sucumbie-