EL MARQUÉS DE VILLAG.ARCÍ \.
79
autoridades coloniales, excedía en mucho á los me–
dios con que pudiera ofenderlos. Se le supon_ia
ya
gozando del ascendiente de los antiguos soberanos,
adquiriendo prosélitos en Ja sierra, y ' llevando la
'
1
devastacion hasta las costas del vireinato. En el
Cuzco estuvieron con gran recelo, porque la su
ble~
'acion se había propagado á los neófitos de Calca
y Láres. En Tarma,
don.deeran más de temer los
_ataques de los chunchos, se suspendió la mita,
y
para prevenirlos se dispusieron dos expediciones
á
la montaña. La primera de ellas, hecha con cierta
precipitacion, llegó hasta el pueblo de Enene sin
éxito alguno. La segunda, que contaba con tres
compañías de caballería y numerosos milicianos,
á
las órdenes del Corregidor, tampoco pudo empren–
der operaciones decisivas. Escapando fácilmente los
salvajes
á
todo ataque en regla en la inmensidad
del no transitado bosque'
y
dejándose ya sentir
cruelmente en las filas expedicionarias los estragos
del insalubre clima
y
de las privaciones, hubo de
emprenderse
~l
regreso á la
si~rra;
y
con poca ad–
vertencia militar, se construyó un fuertecillo,
á
instancia de los ·mü:ioneros, en el pueblo de Quimi–
ri, cuya defensa quedó confiada
á
unos sesenta hom–
bres,
á
las órdenes del capitan D. Fabricio Bartolí.
Como hubiera podido preverse fácilmente, la
débil fuerza, abandonada en la montaña, no tard6
en sucumbirá la triple accion del hambre, dolen–
cias y flechas enemigas. Agotados y , corrompidos