84
EL CONDE, D.E SUPERUNDA.
laciones públicas
·y
privadas. Germinaba ..en las
masas cierto espíritu de resistencia
á
las demasías
de los opresores .
~o
podian, por lo tanto, aplazarse
por largo tiempo cambios trascendentales en el es–
tado de las colonias, sobre todo en el Perú, donde,
con incomparables elementos de gr&.ndeza territo–
rial
y
de avanzada organizacion social, resaltaban
.por todas partes, así en la administracion, como en
la marcha de la sociedad, la debilidad
y
el desór–
den. Sería difícil creer el ge!).eral desconcierto del
Yireinato, s1 no le pusieran fuera de duda los infor–
mes secretos, los hechos públicos
y
otras . pruebas
incontestables.
Del estado militar dió la más triste idea la afor–
tunada expedici0n de Anson,
y
la hµbiera dado
1
•
peor, si el quebranto de la tripulacion en la trave-
sía del cabo de Hornos no le hubiera impedido aco–
meter mayores cosas. Ni Guayaquil, ni otros puer–
tos de primera importancia hubieran podido resis–
tirle. No obstante las fortificaciones del Callao, es–
taba Lima expuesta
á
un ataque, pudiendo desem–
barcar los enemigos por varios puntos de la costa
inmediata. La re.paracion, que hubiera podido ha–
cerse en la armada, habría sido más costosa
y
mé–
nos provechosa, que la construccion de nuevos bu–
ques; y, sin embargo, para la fábrica de los exis–
tentes se habían tenido á la mano las maderas de
Guayaquil, las breas de Centro-América, las lonas
de Cajamarca .y Chachapoyas, los cáñamos
9e.
Chi-