EL CONDE DE SUPERUND.A.
7
y
con sentencias inicuas. Todos los poderosos opri–
mian, con indecible varie4ad de medios,
á
los mí–
.seros indígenas. Los obrajes, instrumento expedito ,
.de la opresion general, se habian convertido en
purgatorio, cuando no en tumba, de los desvalidos
.operarios, arrastrados allí por engaño
6
por violen–
.cia, voluntarios
6
forzados , con prete to de sus
~mlpas
6
siendo patente su inocencia. Los visitado–
res
y
jueces , llamados
á
reprimir e
·tos
y
otros in–
.tolerablas agravios, solian ceder al cohecho;
y
si
eran de una integridad
á
toda prueba, se exponian
-á
perecer en el desempeño de comisiones erizadas
.de peligro.s.
"
Los ministros de la religion, especialmente los
.curas, con pocas
y
muy honrosas excepciones, no
.oprimian ménos, que los demas dominadores de los
.pueblos, y escandalizaban más con su impía ex–
plotacion de las festividades, sus exigencias de todo
.género, su falta de residencia
y
doctrina , sus pa–
siones desenfrenadas
y
su infraccion del celib to.
Los frailes estaban
á
la cabeza de lo scándalos ,
luciendo su
liv~andad
especialmente en los fandan–
gos, que tenian lugar J:iasta para la toma de hábi–
to. Se consideraba urgente, por la enormidad de
sus vejaciones, separarlos de las doctrinas, aunque
los clérigos estuvieran léjo ..
de ser intachables en
sus especulaciones
y
costumbres. Hasta los misio–
neros se olvidaban de sus apostólicas labores, aban–
donando la conversion por reforzar en los conven-