EL CONDE DE UPERUNDA.
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muertes se agravó en los primeros dia por el au–
llido de los perros junto á lo cadávere , y por la
tri::>teza de la campiña, donde dejaron de cantar las
aves.
El celo del Virey e tuvo al nivel de la catá trofe.
Con su serenidad disipaba la alarma... . i el 2 de
Octubre faltaron el pan y los come tibles, porque
nadie vino al mercado y las harina se h bi· n per–
dido; de de el
30
fueron afluyendo
1
s provisiones
de las cercanias, funcionaron las pan derías, y
miéntras llegaban de hile buques car ados de
trjgo, se proveyó la ciudad de
u~
buque que, por
.estar cargando en ,,hincha para Panamá, se habia
libertado de quedar varado
ó
sumer ·ido .
Como los cadáveres insepultos podían causar la
más peligrosa in feccion, se trató de darles pronta
sepultura.
U
no
1.300
fueron enterrados en zanjas
abiertaJ junto al cementerio de la catedral; pero
quedaron entre las ruinas más de 2.0
O.
junto con
3.000
caballos, mulas
y
borricos, que b ian pe–
recido bajo los escombros. Mucha p r onas e tro–
pead~s
perer.ieron por falta de oportuno..
ocorros,
y
la mortalidad de lós bospitale exc dió en el año
las proporciones ordinarias ; en el de anta Ana,
de
2.120
enfermos, murieron 422
~
n el de an
Bartolo
mé,
71 de 202,
y
en an Andres, 290
de
~ . 449.
La seguridad pública imponía al Gobi rno con–
tinuo cuidados. Los negro ", mulato
y
otros hom-