E:& CONDE DE SUPERUNDA.
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er
de
pr0Visi0m.~s
á
eausa de otros terremot0s
6
_guerras. se acord© la preferencia
á
los' trigos del
país sobre los
de,
Chile, no oQ$tante las fündadas
·reclamaciones de los navieros. El aumeato de c0ge–
ohas en los valles cercanos
hizo
apla-mdir, por de
proa.to,
lai
restricciom. impuesta á un tráfico,
<ql!lie
de–
biai
ser faivoreciid@.
En
1750,
cuando la restauracion de Lima dejaba
.mucho que desear, corrió riesgo de ser destru:Wa,
no por la violencia de los elementos, sino por el
resentimiento de los indios. Su número era muy
$1lllperior al de los blancos, por los muchos nacidgs
en el recinto de la ciudad, por los avecindados pard.
ejercer los oficios de artesanos
y
traficantes,
y
per
la eon.tínua recluta de
clwlitos.
Dábase este nombre
á
las criaturas arrancadas
á
las ca.ricias maternales
con en ·año
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con violencia; unos eran arrebata¿te>s
p©r los curas con seductoTas promesas, tal vez eomo
precio del entierro de sus padres; otros, que jugue–
teaban inocentemente en los caminos, eran robados ·
p@r pasajeros encargado de hacer este apetecido
obsequio
á
algun amigo ; parientes sin entrañas so–
lian "Vender no pocos
á
yil
precio. Los más de los
indjecitos traid0s
á
la capital con medios tan ini–
cuos perecían al influjo del clima
ó
del mal trata–
miento; pero como sus bajas eran cubiertas sin ce–
.sar por nuevo robos, al fin crecian muchos de és–
tos, in amor
y
pre a casi segura del vicio. Algunos
oco que eran tratados con
'tierna
solicitud por
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