lQO
EL
CONDE DE SUPERUNDA.
l~,
muchas de ellas inservibles
ó
de difícil mane–
jo. El Rey agració al oidor con una plaza de hbnor
·en el Consejo de Indias,
y
al Marqués con el grado
de brigadier. La conjursicion habia sido sofocada al
nacer; pero, segun la relaeion del Virey, por la
mlilltitud y gravedad de las delaciones, costóle más
trabajo desvanecer las supuestas tramas, que com–
batir la verdadera.
Los chunchos habian dejado de inspirar sérias
inquietudes ..Juan Santos, que vivia muy receloso,
habia dado muerte
á
Gatica
y
á
otros caudillos, te–
miendo, que le entregáran. Las
i~rupciones
á
las
haciendas limítrofes habían cesado desde que los
bárbaros se apercibieron de las fuerzas, que recor–
rian la frontera. Unos 110 infantes, 50 de á caba-
·110 y
algunos fuertecillos la protegian eficazme'nte
contra sus ataques. El Rey, que no podía resig–
narse
á
la pérdida de las conversiones, quiso, que
1
no faltasen la asignacion,
ni.laproteccion
acord~-
das
á
los misioneros. Pero, aunque se llevó
á
cabo
y
puso en buen pié el colegio de Ooopa; la
fe
no
hizo por muchos años ·ninguna conquista en la
montaña de Chanchamayo.
La paz exterior se habia consolidado por la firme
resolucion del Mona.rea de sostener las buenas rela–
ciones con todas las potencias,
y
de conservarse neu–
tral entre Francia
é
Inglaterra. A fin de precaver
lejanos riesgos, se estableció guarnicion con pobla–
dores, plantas
y
animales útiles, en la isla de Juan