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EL CONDE DE SUPERUNDA.

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Fernandez, en la que Anson había estacionado. Tra·

tándose de reconocer la de Inche, de que hablaba

en la relacion de su viaje, se averi

0

u6, que aquel

nombre era una

~quivocacion

del Almirante. El ar–

chipiélago de Chonos, donde la isla, así mal de–

signada, podía situarse, no ofrecia condiciones

ventajosas para un establecimiento extranjero.

Por la frontera bra ilera no se recelaban entra-=–

.das hostiles; porque, casado Fernando VI con una

infanta de Portugal

á

la que amaba entrañable–

mente, babia procurado estrechar la alianza de

fa–

milia, demarcando amigablemente la línea diviso–

ria entre las posesiones americanas de ambas coro–

nas. Los límites fijados entre el Perú y el Brasil

por el tratado de 13 de Enero de 1750 fueron: pri–

mero, los orígenes del Madera y su curso, h

ta

un

punto equidistante de su desembocadura y de la

confluencia del Guapore con el Mamore; segundo,

un paralelo tirado de este punto al Yavari · tercero,

aguas abajo de este rio; cuarto, el curso del Ama–

zonas; quinto, el Putumayo, rio arriba, basta los

límites de Venezuela y Santa Fe.

Para el' fiel cumplimiento de las estipulaciones

debian entregar los portu·gueses la colonia del $a–

cramento, y recibir e:ri cambio las misio:pes situa–

das al Este del Uruguay,

á

cuyos moradores sólo se

.dejó la cruel alternativa de someterse

á

un yugo

detestado y peligroso,

ó

de abandonar sus bogares,

sin llevarse más valor, que los bienes muebles. Los